A diario se suman a nuestras vidas razones y circunstancias para estar arrepentidos. Este sentimiento es generado tal vez por situaciones que hubiéramos deseado solucionar de otra manera, que no podemos soltar y que nos apegan a un pasado que no podemos modificar. Consciente ó inconscientemente, éstos eventos «no resueltos» contaminan nuestra autoestima, dejándonos la sensación de no ser «merecedores» de una vida mejor.
Generalemte estas emociones de arrepentimiento y de culpa son aquello que nos ata al pasado. No obstante, sin importar cuán grandes ó cuán viejos sean estos sentimientos, siempre estamos a tiempo para darnos la oportunidad de soltar y sanar.
Y para poder «soltar el pasado» necesitamos ACEPTARLO! Aceptar el suceso, tal y como sucedió!

«Acepto y suelto»

Y en el camino…. PERDONO y ME perdono!
Suele ocurrir que perdonamos «intelectualmente», es decir desde la cabeza. Y una vez que comprendemos que debemos perdonar, surgen las estrategias que ha de seguir cada uno de nosotros. Podemos:

  • poner a la persona en cuestión en nuestras oraciones y/o buenas intenciones,
  • cantarle mantras,
  • visualizarla cubierta de luz, etc.

En definitiva, lo que buscamos es perdonar genuinamente. Sin embargo, aun sintiendo (ó pensando) que ya hemos logrado perdonar, en ocasiones nuestro cuerpo señaliza algo diferente: «preferimos no sentarnos en la misma mesa», no deseamos compartir el mismo espacio físico, ó sencillamente se nos vuelve difícil comportarnos con naturalidad en su presencia. Ante la posibilidad de un encuentro experimentamos tensión en el estomago, nos transpiran las manos ó sentimos agitación cardíaca. Esto indica que, si bien tenemos la intención de perdonar, todavía “no es suficiente”, aún no hemos logrado alcanzar un perdón profundo.

Como logramos el perdón profundo?

El perdón profundo no está en nuestra cabeza, y no se alcanza buscando «convencernos a nosotros mismos» de haberlo logrado.
El perdón profundo sucede a nivel sutil, en nuestros cuerpos sutiles, reconectando los cortocircuitos energéticos que la persona (aún!) nos genera.
Aquello que no podemos perdonar nos “ata” emocionalmente, de manera negativa a esa persona. Es como un “gancho” en nuestro ser y, de esta ligazón, probablemente nuestro cuerpo comience a acusar recibo en alguna parte.
El perdón profundo se logra al devolver el gancho a la persona que necesitamos perdonar. Recién entonces, perdonamos al otro y a nosotros mismos, nos liberamos de esta atadura negativo. En esta “devolución” revalorizamos la experiencia que nos causó tanto dolor, agradecemos el aprendizaje que nos dejó y seguimos nuestro camino….en libertad.
Una de mis herramientas favoritas para dejar ir al pasado, sanar, aceptar y perdonar es la Técnica de EFT , o «tapping». Esta técnica nos ayuda a sanar los cortocircuitos que los eventos traumáticos de nuestra vida fueron generando en nuestra red de meridianos. Cuando estos cortocircuitos están reparados, la energía vuelve a fluir libremente. Entonces podemos ver los eventos, aun los más traumáticos y dolorosos «por lo que fueron», desapegados y liberados de su carga emocional.

Qué ganamos al soltar el pasado?

Poder soltar = sanar los principales eventos traumáticos del pasado nos ayuda a reclamar nuestro poder sobre nosotros mismos y sobre nuestro destino. Aceptar el pasado tal y como sucedió nos libera, nos centra en nuestro presente y pone nuestra mirada en un futuro que podemos construir nosotros mismos.

Soltar nos libera.

El pasado pesa, y mientras carguemos este peso, estaremos utilizando parte de nuestra energía en alimentarlo y sostenerlo vivo en nuestro presente! Y esto tiene un costo: el de la pérdida de espontaneidad, el no poder concretar lo que anhelamos, y nos impide tomar decisiones en libertad.
Cuando soltamos el peso del pasado ponemos a disposición del presente toda esa energía. Cuando soltamos el pasado, nos permitimos vivir en el «Aquí y Ahora», y desde allí podremos escucharnos y atender nuestras necesidades reales de HOY.

Soltar es el primer paso para recuperar la autoestima y sentir que (nosotros también) merecemos una vida plena y feliz.

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