Ama a tu prójimo como a ti mismo, dicen las enseñanzas de los maestros.
Has prestado atención alguna vez donde está el acento? En el otro o en nosotros mismos?
Te has dado cuenta que no dice «Amate a ti mismo como amas al prójimo»?
Es decir: primero uno con uno mismo. Si nos amamos y nos respetamos a nosotros mismos podremos después dar y compartir ese amor y ese respeto con los demás. Es simple: no podemos dar lo que no tenemos.

Por eso es importante aprender a amarnos, a respetarnos, a considerarnos, a poner nuestro bienestar primero. Y no se trata de ser egoísta o narcisista! Sino de saber que solo si estamos bien nosotros, podremos ofrecer bienestar real.

Ayudar al otro sin tenernos en cuenta, no sirve. Terminamos agotándonos, enfermándonos, o cobrándole «toooodo lo que hicimos por él». Cuanto tiempo podemos sostener una ayuda así, hasta que nuestro cuerpo comience a acusar recibo?
Amar al otro como a nosotros mismos, amar al otro en la medida en que nos amamos a nosotros mismos, amar al otro porque nos amamos a nosotros mismos.

El desafío es entonces, poder encontrar un equilibrio que nos sirva. Un equilibrio entre cuidar de los demás y cuidarnos a nosotros mismos; entre hacernos cargo de los demás y hacernos cargo de nosotros mismos; un equilibrio entre lo que damos y lo que nos damos a nosotros mismos. Comenzar, aprender, practicar cuidar nuestro propio jardín.

Este cambio de actitud (hacia los demás y hacia uno mismo) nos ayudará a activar nuestro elemento «Fuego», que cuando esta activo nos conecta con la alegría, la plenitud, nuestra capacidad de poner límites sanos (y aprender a decir que NO).

Si ya tenes mi libro «Sanación profunda, una visión holística a la búsqueda de la salud», podes leer mas sobre el elemento Fuego y si sentís que te haría bien practicar «amarte a ti mismo» podes utilizar la meditación creativa para activar el Fuego, «La mochila».