Comencé mi camino de sanación por mí. Sentía que mi cuerpo había llegado a un límite: en mis años de estudiante universitaria me maltraté mucho. Comía alimentos de pésima calidad nutricional, bebía mucho alcohol, dormía poco y vivía con altos niveles de estrés y autoexigencia. Cuando terminé la facultad, a los veinticuatro años, me sentía desvencijada, marchita, seca y ácida. Creo que, de alguna manera, estaba deprimida. Me vestía de negro, era sarcástica y repetía constantemente en mi cabeza: “La vida está en otra parte, la vida está en otra parte…”
Así que me fui a viajar. Necesitaba reconectar conmigo misma, con la fluidez y con la vida. Durante tres años viajé sola por Sudamérica y Centroamérica. Aprendí a cuidar de mí, a respirar y a meditar. Tomé plantas sagradas en el Amazonas y descubrí el yoga, que se convirtió en mi ancla desde donde comencé a reconstruir mi cuerpo.
La vida me llevó a Guatemala, donde me casé, tuve dos hijos y viví diez años.
“Sanas porque sano”
Cuando algo me apasiona, me lleno de eso que amo y me sale por los poros. La “profesora” en mí necesita compartir saberes y prácticas. En Guatemala, tuve un centro de yoga y retiros llamado “Casa Azul”, y también un restaurante que ofrecía desayunos post-yoga y cenas vegetarianas estilo hindú y oriental. Organizábamos ceremonias mayas y fiestas libres de alcohol. El lema de Casa Azul era “una mente sana en un cuerpo sano”.
En ese momento, mi conciencia incluía al cuerpo físico y a la mente, y eso transmitía con todo mi ser en cada propuesta sanadora que guiaba. Y al hacerlo, me sanaba yo también un poquito más. Es un ciclo: “sano porque sanas, sanas porque sano”.
La Buscadora en Mí
Mi espíritu de buscadora me llevó a probar y formarme en un montón de terapias: Reiki, canalizaciones, lecturas de aura, masaje hindú de la cabeza, masaje tailandés, masaje japonés para la cara, reflexología de pies, Feng Shui personal, EFT Tapping, Touch For Health, TNP, Eneagrama, Kabbalah, y más. Cada aprendizaje y experiencia terapéutica me nutrió y, con el tiempo, sinteticé todo lo aprendido en un sistema único de sanación.
Así nació el Sistema de Sanación Profunda: completo, integrativo, eficiente, innovador y variado.
Una Formación para transformar vidas
Hoy te comparto mis veinte años de experiencia en la Formación de Facilitadores de Sanación Profunda, una formación de tres años que es sanadora y transformadora de tu propia vida y de los demás.
Las posibilidades de sesión son infinitas. Si sos como yo, y necesitas estímulo y variedad, el protocolo de Sanación Profunda te inspira y te renueva con cada sesión. Créeme: ¡no te aburrís nunca!
Te invito a explorar este camino transformador, a descubrir cómo sanar y, desde ahí, acompañar a otros en su proceso.
¡El viaje vale cada paso!
