Estamos en épocas de cambio de paradigmas, esto se aprecia en todas las áreas del conocimiento humano. Y por cierto la salud no es una excepción. La fragmentación y la ultraespecialización han llevado a la medicina a no encontrar respuestas, más allá de la supresión de síntomas y del dolor. La visión ortodoxa sigue creyendo en aquello de “matando al cartero, dejaremos de recibir malas noticias”. Pero las malas noticias se seguirán produciendo, nos enteremos o no. Suprimiendo síntomas, los problemas no se resuelven. Solo “escondemos la tierra bajo la alfombra” y ganamos tiempo, “pateando la pelota para adelante”. Esto genera seres humanos insatisfechos, con malestares difuminados y una carga perenne de sufrimientos. El dolor y el miedo se apoderan de las personas. Esto, por cierto, no contribuye a generar seres plenos, vitales y con expansión de la conciencia, algo que hoy día se hace tan necesario. El momento evolutivo que estamos transitando reclama individuos que accedan a su normal y natural estado de plenitud, lo cual no solo significa ausencia de enfermedades. En momentos en que se elevan las frecuencias vibracionales del cosmos y del planeta, es clave el estado de bienestar físico-energético, para que el individuo esté en condiciones de usufructuar esta elevación vibracional y así disfrutar del salto evolutivo de conciencia que tenemos al alcance de la mano.

Por el contrario, individuos con malestar, depresión, desórdenes físicos crónico-degenerativos y mucho miedo nada pueden aprovechar de este particular momento que vive nuestra humanidad. Dicho estado intensifica el padecimiento y genera una profundización de lo degenerativo. Por ello vemos en derredor tanto cáncer, tanta diabetes, tanto estrés y tanto problema sin solución para el sistema de Después de tanta fragmentación, iniciada con los paradigmas de Descartes, Darwin y Pasteur, es hora de dar una vuelta de hoja. Es momento de integrar todas las áreas dispersas. Pero en serio. Las llamadas “terapias alternativas” también suelen caer en la trampa de la separación. Se tratan las cuestiones emocionales como si el aspecto físico no influyese o como si estuviera en otra dimensión del ser.

Resulta obvio que es bueno y necesario echar mano de terapias vibracionales y energéticas, pero sin olvidar la profunda relación causa-efecto existente con el sistema celular, físico y visible.

El hígado es un claro ejemplo de ello. El estado emocional y la claridad mental de una persona dependen de la libre circulación de la energía y la sangre. Precisamente es el hígado el que controla ambos factores y, por tanto, la estabilización del equilibrio emocional. Un hígado sano proporciona juicio claro y decisiones firmes; la acción que genera es rápida y consecuente. La emoción positiva de un hígado sano es el idealismo.

El bloqueo de la energía del hígado crea un estado depresivo y de agobio. La tendencia psíquica negativa es la cólera, que se produce como reacción a la depresión y es acompañada por crisis de irritabilidad, malhumor, ira y violencia. Las crisis de cólera son normalmente reprimidas hasta el momento en el cual se liberan, desembocando en verdaderas erupciones volcánicas, con deseos de gritar y pegar.

Esta emoción se considera la más dañina, pues condiciona todas las funciones del sistema energético, al alternarse euforia con depresión.

Los desequilibrios biliares se asocian con rigidez de pensamiento, cólera, excesiva preocupación por los detalles, frustraciones y miedo hacia lo desconocido.

Decisiones y acciones quedan paralizadas. Y todo ello se traduce en una incorrecta percepción de la realidad. En función de esta percepción inadecuada reaccionamos físicamente a través del circuito suprarrenales-cortisol. La respuesta es el estrés, físico y concreto, frente a una realidad que no amerita tal reacción. Es lo que los orientales definen al decir: “Si el problema tiene solución, ¿por qué preocuparse? Y si no tiene solución, ¿por qué preocuparse?”.

Esta percepción distorsionada lleva a ver “el vaso medio vacío”, en lugar de “medio lleno”. Lo que la vida nos ofrece como oportunidades de evolución (un despido laboral, un diagnóstico de enfermedad o la pérdida de un ser querido) es leído como verdaderas “catástrofes” y reaccionamos como si fuesen siniestros reales. No comprendemos que a través de estas experiencias podemos generar un nuevo y mejor rol productivo, que aprovechando para rectificar hábitos equivocados podemos revertir dolencias incurables y que solo debemos darnos cuenta de que estamos completos como seres evolutivos que somos. Al comienzo, en Espacio Depurativo nos centrábamos en el “reseteo” físico de las estructuras orgánicas, evidentemente “tildadas” por décadas de malos hábitos, alimentarios e higiénicos. Y en verdad se lograban resultados visibles y llamativos. Pero pronto comprendimos la necesidad de dar un paso más: integrar aspectos energético-vibracionales a la par del “reseteo” orgánico físico, ya que una cosa va de la mano con la otra. Es que cuerpo-mente-espíritu es una unidad indivisible, como que también somos indivisibles con nuestro entorno. Por eso aquello tan cierto de “somos uno con el todo”.

“Casualmente” fue el momento del arribo al Espacio Depurativo de profesionales que contribuyeron a enriquecer nuestro abordaje con su visión complementaria y su propuesta integradora. Por ello comenzamos a incorporar muchas practicas no físicas (limpiezas energéticas, Liberación Emocional, Memoria Celular, lectura de aura, terapia neural, masajes sensitivos, etc.) que ayudan a completar el enfoque holístico de este proceso y apuntan a que la persona deshaga sus bloqueos energético-vibracionales y de ese modo facilite el proceso de regeneración orgánica. Y obviamente todo lleva a una visión más clara de la realidad. Una especie de “iluminación” que nos libra de la agobiante oscuridad que nos hace percibir al vaso medio vacío y nos llena de miedos. En cambio, la vida es un vaso lleno. Y la existencia es para confiar en ella.

Portada_Sanacion_ProfundaUno de estos profesionales que se acercaron al Espacio para realizar su aporte fue justamente Cristina Hyland, autora del presente trabajo, que ilustra claramente esta necesidad de integrar y considerar todos los aspectos de la realidad holística que somos. Es un placer prologar su libro, que muestra claramente el proceso de integración que “maduró” en sus años de trabajo terapéutico. Y es deseable que, con tantos conceptos claros y constatables, su trabajo sirva de referencia a muchos profesionales que dejan atrás la visión cerrada de la ortodoxia alopática y bucean en las aguas de un nuevo paradigma en plena construcción.

En este punto es importante comprender que el nuevo paradigma de la salud es un libro borrador, abierto y con muchas hojas en blanco para llenar. Nadie tiene la “verdad absoluta” y nadie es dueño de la certeza. Pero estas páginas seguramente servirán a muchos “buceadores” y “buscadores” del nuevo saber.

Simplemente porque son conceptos que aplicamos a diario en el Espacio y los resultados son más que evidentes. Ver personas que en diez días dan un vuelco a sus vidas, tanto en lo físico como en lo emocional, es altamente reconfortante para todos.

Lejos de guardar “secretos”, esta apertura que hace Cristina con su libro pone en evidencia la necesidad del momento evolutivo que vivimos: rectificar, integrar y compartir. Es su filosofía y también la de quienes formamos el equipo de trabajo del Espacio Depurativo. Deseamos un gran éxito y una amplia difusión de estos conceptos, innovadores por su integración y comprobada eficiencia. Vaya un aporte más al nuevo paradigma.

Néstor Palmetti
Director del Espacio Depurativo
www.espaciodepurativo.com.ar