No estamos en paz si sentimos rencor, si vivimos con angustias, si sentimos celos o envidia, si buscamos venganza o si nos sentimos víctimas de la vida. Limpiar estas emociones limitantes es el primer paso hacia la paz interior.
La paz interior es posible, y es la llave que necesitamos para conectarnos con nuestra esencia.
Acompañar a Daniela en su camino fue un proceso profundo, donde pudimos trabajar juntas en liberar las emociones que la mantenían anclada en el pasado. A través de las sesiones, fuimos despejando capas de miedo y angustia, para que pudiera encontrar la paz en su corazón. La transformación que experimentó es testimonio del poder que tiene la Sanación Profunda para devolvernos a un estado de calma y plenitud interior.
Testimonios como este me recuerdan el poder sanador que llevamos dentro y cómo, al abrazar ese camino, podemos transformar nuestras vidas. Daniela Y. comparte su experiencia de Sanación Profunda, que me ha llegado hasta lo más profundo del corazón. Es un honor haber sido testigo de su proceso de sanación.
Aquí les comparto su relato, que refleja de manera conmovedora el poder de sanar y encontrar paz interior:
“Todo este tiempo ha sido un cambio muy importante. Estoy más calmada, con fuerza para avanzar y valorando cada paso. Todos los días hago los ejercicios. Anoche, en la playa, vi la luna llena con mi corazón lleno de agradecimiento, sintiéndome parte de la tierra.
Cuando sea posible, vuelvo a hacer terapia. Me siento tan bien… Cuando llegué, encontré en el súper a la mujer con quien tenía problemas, me vio y vino a saludarme. En mi corazón no había odio, solo la abracé y mi corazón entendió.
Maravillosa la sanación del alma, y me siento agradecida de conocerte, Cristina. Anoche, sentada con mi nieta de ocho años, le sacamos una foto a la luna, y mi corazón estaba tranquilo, con alegría de poder disfrutar esos mágicos momentos. ¡Eso me llega profundo! ¡Cuánto esperé sanar mis emociones, y ahora están puras y limpias!
Siento la vida, y cuando hablo es muy notable la diferencia. Siento el valor y firmeza en mis decisiones, avanzo tranquila. Ahora, cuando me encuentro diciendo naturalmente ‘Ya va’, me doy cuenta de que ya no hago el trabajo de los demás… ¡Te abrazo de corazón a corazón!
¡¡¡Fue maravilloso, Cris!!! Eres un gran corazón que llega al alma y comprendes cuánto es el dolor con una gran mirada visionaria. Te siento y estás muy presente en mi crecimiento cada día. Mi corazón, al compás de mi alma, está tranquilo al ritmo de la naturaleza y las sierras. Fue único para mí, Cris, este parto álmico.”
Daniela Y.
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