A veces en sesión escucho… “¡Quiero sanar para que todo vuelva a ser como era!” “No entiendo por qué me enfermé, ¡con lo bien que estaba!” “Esta enfermedad es lo peor que me pasó en mi vida”

Sanar implica cambiar. Quizás nos enfermamos porque todo nuestro ser está listo para hacer diferente. La enfermedad marca un antes y un después en nuestra vida.

Tu proceso de sanación para que cambies, para que te veas de otra manera. Si pretendes que nada cambie, si te resistes al cambio, probablemente no aprendas de tu enfermedad.
Sanar implica mirarte y sentirte de otra manera. Sanar implica tener el coraje de hacer diferente. Como venías te enfermaste, como venías, llegaste hasta acá.

La enfermedad llega para decirte qué tenes que mirar algo que estas listo para mirar en profundidad y cambiar.
Por eso, lejos de querer sanar para que «todo vuelva a ser como antes», mejor sanar como puntapié inicial a una nueva vida.

Que el proceso de sanar sea un antes y un después en tu vida. Entonces la enfermedad habrá sido lo mejor que te paso y podrás agradecerle todo lo que trajo.

No te preguntes porque llegó esta enfermedad a tu vida. Mejor pregúntate para qué llegó esta enfermedad a tu vida, porque si llego a tu cuerpo físico es que estabas listo para cambiar

Podemos ver la enfermedad como un problema, podemos verla como un desafío o podemos verla como una posibilidad.
No sabotees tu proceso de sanación resistiendo el cambio.
No resistas el cambio, es clave para sanar.
Mejor abrázalo, mejor agradécele.

Agradece tu proceso de enfermedad, viene a traerte nuevas actitudes y un nuevo orden a tu vida.
Si así lo sientes, te acompaño en tu proceso de sanación profunda.