Los vínculos con nuestros seres queridos no se rompen con su partida. Sin embargo, a veces las emociones de culpa, dolor o angustia pueden mantenernos conectados a ellos desde un lugar de tristeza, impidiéndonos avanzar. Estas emociones densas nos estancan y crean una conexión ‘en negativo’ con nuestro ser querido. Con frecuencia veo en sesión el miedo de que, si dejamos de sentir tristeza, podríamos olvidarlos, lo que prolonga innecesariamente el duelo. Las sesiones de Sanación Profunda te ayudan a liberar esas cargas emocionales que limitan tu duelo, para que puedas resignificar el vínculo o aceptar la partida de tu ser querido en el plano físico. Así, podrás seguir adelante, sintiendo su amor presente en tu corazón, desde un lugar de paz.
Este es el relato de una sesión que dí y que refleja este proceso transformador:
“Un par de días antes de la sesión, empecé con un fuerte deseo de tejer. ¿De dónde viene esto? La última y única vez que tejí fue en el ’82, cuando hice una bufanda para los soldados de Malvinas…
Pasaron los días y todo fue fluyendo… En un tiempo que no tenía, conseguí lana, agujas, tutoriales, y comencé mi aventura en el crochet.
Luego vino la sesión… Terminé hablando de mamá, recordando a mamá, sanando a la niña que fui y que sigue en mí hoy.
El pedido y el reclamo para que no me deje sola siguen vigentes. Reconocí que aprendí a estar sola y, con eso, también vino la falta de confianza en mis recursos, el miedo, una parte de mi ser que no creció y no pudo expandirse.
La conexión con Cris fue fuerte, y a través de sus palabras llegó la posibilidad de que mamá sí confiaba en mis recursos. También me sentí apoyada por ella, donde quiera que esté. Al cerrar la sesión, sentí que mi pecho agitado se tranquilizaba, me sentí aliviada…
El tejido siguió acompañándome toda la semana… Qué raro, nunca tejí, pero me resulta tan familiar… Me hace sentir energizada, es como un cable a tierra…
Y otra vez un impulso fuerte que me recuerda que vi un ovillo de lana en el ropero. Lo voy a buscar y me encuentro con bolsas llenas de ovillos. Eran de mi mamá… En su último tiempo de vida, ella estuvo tejiendo. Me tejió una remera de hilo, la terminó poco antes de partir…
La doctora que venía a verla a casa me contó después que ella lo había hecho para que mi hermana y yo supiéramos que siempre se puede, no importa la circunstancia, siempre se puede hacer algo…
Recordé todo esto mientras veía los ovillos de colores brotar de mi ropero. Yo estaba con mi hijo y no me sentí triste; más bien, sentí una energía muy fuerte que puso a vibrar todo mi ser… Sentí que mi madre estaba ahí mismo con nosotros, que ésta era su forma de abrazarme y mostrarme, de una manera tangible, sin tiempo ni distancia, todo su apoyo.
¡Gracias, Cris!”
Cinthia A.
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