… En esta red infinita de conexiones que se creó a través del blog, Luana Hervier me contó que Cristina estaba por presentar en Buenos Aires su libro «Sanación Profunda, una visión holística de la búsqueda de la salud», y quise saber en qué consistía esa idea.

Muchas de las personas con las que hablé hasta ahora se refirieron a diferentes tipos de tratamientos o prácticas para sentirse mejor, pero me pregunto ¿qué pasa cuando eso no alcanza? Si comemos alimentos saludables y hacemos yoga, meditación o la actividad física que elijamos, pero percibimos que igual hay situaciones que no funcionan, que están trabadas, ¿cómo podemos tratarlo?. Bueno, de eso se trata su propuesta.

Cristina Hyland es de Córdoba y vive en Traslasierra. Cuenta que desde muy chica supo lo que era el cuidado del otro. Su mamá, Cristina, es psicóloga y trabajaba en un orfanato, las ideas humanísticas eran comunes en su casa. Tuvo una infancia tranquila, sin demasiados sobresaltos ni traumas que la marcaran, pero con la adolescencia llegaron los replanteos. «Defino desde mis 15 a 25, un período que, en el lenguaje del libro, digo que fue mi ciclo destructivo, una etapa en que las cosas se trabaron». Parte de esa etapa tuvo que ver con la universidad y una carrera que no quiso soltar aunque ya en tercer año supo que no era para ella.

– Soy licenciada en Físico-Química, yo buscaba ver energía en movimiento pero cuando me di cuenta de que no iba por ahí, no fue una opción dejar. No estaba deprimida pero, por ejemplo, escribía en negro porque el azul era un color muy alegre. Virginiana como soy, tenía un gran nivel de autoexigencia, así que terminé la carrera y vi que la vida estaba en otra parte. Entonces decidí viajar.

El deseo de irse era tan fuerte que Cristina dejó todo y se fue como mochilera por Sudamérica y Centroamérica. Su mamá que esperaba una universitaria con Premio Nobel tuvo que aceptar la decisión. Así empezó a salir del «ciclo destructivo».

– Empecé a fluir, conecté con Asthanga Yoga, que es el yoga del movimiento, hice buceo, navegué, necesitaba agua y sanar el cuerpo que se había oxidado en los años de universidad, e intoxicado del estrés que tenía.

Ciclo constructivo

En el momento en que sintió que ya era hora de volver, y como quería hacerlo navegando, desde México llegó hasta Guatemala. Era época de huracanes por lo que prefirió quedarse seis meses hasta que pasaran. Le habían comentado acerca de un pueblito que era un centro espiritual, en donde practicaban yoga. Era San Marcos La Laguna, a orillas del lago de Atitlán, un lugar paradisíaco.

– A los tres días de llegar conocí al que hoy es mi esposo, y la vida se acomodó para que en lugar de seis meses estuviera 9 años. En ese pueblito me casé, tuve a mis dos hijos. En Guatemala arranca mi ciclo constructivo, dejar de vivir desde la defensiva y conectar conmigo misma.

En ese lugar privilegiado, en medio de la naturaleza, Cristina Hyland se abrió al mundo espiritual y echó sus raíces en centros de aprendizaje y meditación como «Las Pirámides del Ka», con una base esotérica muy fuerte.

Compara a ese pueblito con Disneyworld, pero del mundo espiritual, a donde llega gente de todo el mundo para buscar una vida alternativa, para aprender, sanarse, y brindar sus propios conocimientos. «Fue un gran despertar, como haber estado en una universidad en todos los órdenes de mi vida».