Los miedos en los niños muchas veces son espejo de los miedos de los adultos.

Los niños son altamente receptivos y perceptivos del entorno más allá de lo que ven y registran con sus cinco sentidos.

Los niños ven y perciben las emociones de mama más allá de lo que nosotros le decimos: Si mamá siente miedo, el miedo de mama traerá inseguridad al niño o sí mamá siente miedo o ansiedad quizás el niño sienta que tiene que ser fuerte para protegerla corresponsable de cuidarla

A veces pensamos que los niños no se dan cuenta de lo que le pasa al adulto y hablamos delante de ellos «Total no entienden» y muy por el contrario, mientras están creciendo son como esponjas y tienen todas sus antenitas paradas.

Quizás los niños, sobre todo los niños pequeños no tengan la visión del mundo como la tenemos nosotros no tengan el concepto del mundo, del universo que tenemos nosotros. Para los niños pequeños «El mundo» es su familia, su escuela y un par de cuadras más. No tienen la capacidad de dimensionar el mundo por ello el mundo más importante qué tenemos que cuidar es su entorno inmediato: ese es el mundo qué entiende y percibe.

También podemos reafirmar a nuestros hijos y habilitarlos a hablar de lo que sienten, ¡que sentir no es un problema! Sentir miedo o ansiedad no es un problema. Que los adultos a veces también sentimos miedo y ansiedad.
Poder mostrarnos vulnerables ante nuestros hijos es parte de este camino de inteligencia emocional qué queremos ayudar a desarrollar en ellos.

Estamos en un mundo lleno de incertidumbres, también sentimos miedo, también tenemos ansiedad. Generar un espacio de charla y diálogo con nuestros hijos y habilitarlos a que nos cuenten lo que sienten es, en sí mismo un ejercicio liberador y sanador para todos.

Lo más importante saber que no necesitamos quedarnos estancados en aquello que sentimos, saber que somos más grandes que nuestros miedos y enseñarles a nuestros hijos herramientas para transitarlos y liberarlos.
Estos espacios de encuentro, de escucha y de vulnerabilidad compartida nos hacen más fuerte.

Te propongo que juntos cultiven las tres gracias divinas: la Fe, la Esperanza y la Confianza.

Ideas para cultivar las 3 gracias con los niños:
• Mini rituales cada día, agradecer al levantarse, o antes de comer
• Momentos de conexión a lo divino: encender una vela o «pedir luz» por un ser querido, agradecer
• Momentos de conexión a la naturaleza y a los ciclos de la naturaleza. Celebrar los cambios de temporada.
• Leer cuentos o jugar juntos, afianzar nuestra presencia.